En pasados días, se efectúo un encuentro por parte de la coordinación de estudiantes Inpec con las familias de los internos recluidos en la cárcel de picaleña en la ciudad de Ibagué.

Se esperaba encontrar dolor en éstas personas que tantas situaciones han tenido que vivir de un momento a otro, sin embargo, la situación fue totalmente diferente, hijos, hermanos, padres, todos ellos privados de la libertad pero con una férrea esperanza de salir adelante. La misma esperanza que se refleja en los rostros y las palabras de cada uno de sus familiares.

Hay mucho por aprender de quienes en medio de la adversidad enseñan que aún todo es posible, hombres que por distintas razones han sido encarcelados por circunstancias que a cualquiera podrían pasar.

Una emoción mal manejada, una amenaza o simplemente el efecto de un psicoactivo han sido el insumo para el nacimiento de un delito,  ante tal situación no queda más remedio que ejercer el mayor privilegio que puede prestarse a otro ser humano que se encuentra en dificultad y es la del servicio, un servicio solidario que permite como funcionarios de la Universidad contribuir en la consecución de un proyecto de vida.

Estas familias, con su ejemplo, enseñan que la adversidad, después del dolor, puede producir esperanza y que caer no significa estar derrotado, es sólo una oportunidad más para seguir creciendo y entender que más que juzgar a una persona, la labor como funcionarios de la Universidad es apoyar a hombres y mujeres, internos y familiares de quienes también se puede aprender.