Hace algunos años esta Universidad no tenía acreditación institucional en Alta Calidad y registraba estudiantes insatisfechos y un cuerpo docente apenas cualificado. Hoy, al verla avanzar como un ave fénix, la UNAD se ha constituido en la única Mega Universidad Pública de Colombia, que se atrevió a ejercer su autonomía universitaria, que transformó sus formas organizacionales y que impulsó un modelo de educación incluyente y de calidad basado en pedagogías múltiples y el uso intensivo de tecnologías disruptivas.
Espero no suene presuntuoso decirlo, pero la UNAD de hoy es una joya admirada por los pares académicos de un gran número de instituciones de educación superior de Iberoamérica, por líderes académicos y por gobernantes regionales, nacionales y de otras latitudes. Este éxito no ha estado exento de detractores que le han tirado piedras, y a partir de esos escollos nos hemos encargado de erigir, para la historia del país, este dispositivo de educación conectada con los territorios, con sus oportunidades y con sus necesidades.
Para los cientos de líderes que sentimos la UNAD como parte de nuestro proyecto de vida, gestionar la formación pertinente y de calidad de 200 mil o 300 mil estudiantes, con más de cien programas académicos en todos los sistemas y niveles educativos, lo importante no son las cifras sino los valiosos impactos positivos logrados en las últimas dos décadas para miles de colombianos de todas las clases y condiciones socioeconómicas.
Ello ha dado pie para que la institución y nuestros líderes obtengan nuevos reconocimientos de calidad, recertificaciones en todos sus sistemas, procesos y procedimientos, así como contar con la más moderna tecnología al servicio de la virtualidad y tener presencia en otros países. Esto se traduce en retos de mejora continua y la sostenibilidad que día a día procuramos hacer perfectamente viables.
Crecer y acreditarnos no ha sido producto del azar, sino de un trabajo colectivo y planificado que, por décadas, se ha afianzado gracias a nuestra filosofía, compromiso y servicio educativo cualificado. Por ello, lo que esta universidad significa para Colombia lo plasmamos en este eslogan: MÁS UNAD, MÁS EQUIDAD.
Cuando el Ministerio de Educación y el Consejo Nacional de Acreditación CNA nos acreditan institucionalmente le están diciendo a la sociedad colombiana que crean y que confían en este modelo educativo. Algo similar sucede cuando la multinacional Great place to Work valora nuestro entorno laboral, lo reconoce entre los mejores en el top de las diez empresas colombianas con más de 1.500 empleados y valida nuestro modelo organizacional sistémico. Igual pasa cuando las universidades y gremios nacionales e internacionales de calidad premian nuestro liderazgo y nos piden, por unanimidad, presidir las asociaciones de educación a distancia y virtual de Colombia y de Iberoamérica reiteradamente, con lo que están reconociendo nuestro trabajo y calidad para mantener la vanguardia educativa.
Igualmente, cuando todos los organismos públicos del Estado que verifican el cumplimiento legal, administrativo y financiero de la UNAD, y de su rector, certifican que no hemos cometido irregularidad alguna y no debemos nada a nadie, le están diciendo a nuestros cientos de docentes y miles de estudiantes, egresados y a sus familias, que su confianza en la UNAD se justifica, porque esta universidad nacional es territorial ya que sirve a estudiantes provenientes del 95% de todos los municipios del país y que gracias a esta institución sus comunidades y micro-territorios han podido potenciar personal y profesionalmente sus vidas.
No en vano somos la universidad colombiana que más impacto, crecimiento y reconocimiento ha logrado en menos tiempo, gracias a toda su comunidad.
¿A dónde va a llegar la UNAD en los próximos años?
No soy adivino para dar una respuesta exacta a esta pregunta, aunque sí tengo la certeza que de continuar el camino que, en conjunto, ha definido toda esta comunidad académica, la reacreditación, la internacionalización y el liderazgo tecnológico virtual para brindar más inclusión a más colombianos, serán, aún más, realidades innegables.
También se podría dar, porque todo cabe en el escenario de las probabilidades, que haya un radical cambio en el gobierno universitario, en las políticas públicas de educación superior y en los mecanismos de financiamiento del Estado para la universidad pública, entre otros aspectos, y que estos muevan sustancialmente el panorama institucional de la UNAD, ojalá para bien.
Las universidades que se afectan negativamente cuando se experimentan estas situaciones son aquellas que no logran consolidar su proyecto educativo y su visión de país y no tienen estructurada una armoniosa cultura interna. Esas instituciones corren el riesgo de perder mucho de lo ganado cuando abren espacio y permiten el control de la organización a grupos politiqueros con otra agenda, a incidencias políticas indebidas o a personas que sólo piensan en su interés personal y no el colectivo.
Pero en la UNAD las semillas están debidamente sembradas y abonadas y, con este u otro rector, con el actual u otro Consejo Superior, con este u otro gobierno nacional y entidades de control, y hasta con sus actuales u otros contradictores, su camino educativo está signado para brindar bienestar, inclusión y equidad social, que son la puerta de entrada a la paz y a la prosperidad.
Porque la causa Unadista es una causa país. No le pertenece a una persona. Es el resultado de un ejercicio colectivo de años, de una Universidad construida con el esfuerzo y la pasión por el servicio de miles de líderes que han servido y se han servido de la Institución, y saben que de la misma forma la UNAD debe seguir estando al servicio de quienes requieren la educación como una oportunidad de vida.
La UNAD es grande porque ha sido autónoma en su desarrollo, porque se ha atrevido a innovar, a diferenciarse de las demás instituciones, a enfrentar la crítica, a creer y confiar en quienes vienen de abajo y a salir airosa en el debate sobre la virtualidad.
También, porque se ha empeñado en demostrar que la educación de calidad sí es posible para todos, independientemente de su condición social y económica; porque no se ha dejado contagiar de prácticas clientelistas ni politiqueras; porque su ritmo de trabajo e integración ha dejado atrás en el camino a quienes han querido ascender gracias a su mediocridad, al chisme, la intriga y la vagancia, y porque ha confirmado que el liderazgo es posible gracias al ejemplo, al trabajo en red, a la pasión por una causa y a la permanente cualificación profesional.
Estos son valores que la UNAD y los Unadistas todos (estudiantes, docentes, monitores, egresados, colaboradores, directivos…) llevamos en el corazón, y debemos asegurar que se perpetúen con el trabajo inteligente y productivo bien hecho y desinteresado.
Mil gracias comunidad Unadista por creer en esta siembra, abonarla y cuidarla a pesar del fortuito cambiar de los tiempos.
Jaime Alberto Leal Afanador
Rector