Este sello o espíritu es producto de un Decálogo de Convicciones Unadistas, o principios de acción, gestión y actuar académico y solidario con los que casi todos, por no decir todos, estamos profundamente convencidos. Por eso, desde hace ya muchos años, procuramos enseñar con el ejemplo a todos aquellos a quienes la vida ha puesto en el camino de la UNAD, tanto para su mejora como la de todos quienes le rodean.
Estas convicciones no solo están declaradas formalmente en los reglamentos y en los contratos laborales de nuestros funcionarios, sino que se aprenden y comparten en el actuar diario, en el discurso y la coherencia entre los propósitos institucionales y el trabajo en equipo. Todo ello ha sido la base fundamentar para llegar a más y más personas que demandan la educación como una oportunidad de vida, incluidas las familias de los casi 250 mil colombianos que en estos 40 años han sido favorecidos por la UNAD.
Mi estancia pasajera por la UNAD me ha permitido radiografiar, o mejor escanear, esta maravillosa cultura, que en otras palabras presenté en el libro “Educación, virtualidad e innovación”, y que aquí sintetizo en las 10 convicciones que perfilan el sello Unadista:
Decálogo de Convicciones Unadistas
- Siempre damos más. Desarrollamos una especie de optimista insatisfacción. No nos conformamos con ser grandes, mientras haya colombianos que requieran estudiar. No nos complacemos con los desarrollos de tecnología, si hay procesos de enseñanza-aprendizaje que demandan mejoras.
- No nos incomoda ir contra la corriente. Contra la ortodoxia educativa que cree que lo tradicional, lo que fue y beneficiaba a unos pocos, es lo mejor. Protestamos contra nuestra propia realidad educativa. La UNAD es líder porque se atrevió a innovar con convicción y con responsabilidad propia, así eso le haya significado -a veces- luchar contra molinos de viento.
- Estamos apasionados por Colombia. El país es nuestro hogar extendido, es por ello que nos preocupan los compatriotas que independientemente de injusticias, distancias o circunstancias sociales, económicas y culturales, no pueden ejercer su derecho a la educación. Porque solamente en la medida en que esto sea posible, podemos tener la certeza de avanzar como país.
- Todos podemos ejercer un liderazgo transformador. Porque ser líder no es un asunto de cuna, sino de tesón, estudio y trabajo. No es un tema de posición dentro de la organización, sino de realizar, de la mejor manera posible, el trabajo asignado. No es un tema de poder, sino de autoridad y servicio. Lograr que, racional y emotivamente, todos los miembros de la comunidad universitaria actúen así, es uno de los retos de los líderes transformadores.
- Si lo soñamos, lo podemos hacer. Estamos llamados a mejorar la actual realidad educativa y social que vivimos. Para ello nos hemos formado y para ello está la educación. En la UNAD la expresión “no se puede” no tiene cabida.
- En la UNAD, uno más uno da tres. Como Universidad que somos, es decir, organización humana, inteligente, productiva y colegiada, el trabajo en equipo no es una alternativa. Todos dependemos de los demás y, al mismo tiempo, apoyamos a los demás. Cuando laboramos en equipo disminuimos reprocesos, entregamos resultados más rápidamente y se facilita el aprendizaje organizacional.
- Servimos, aprendemos y somos solidarios. Dar lo mejor debe caracterizar nuestro día a día. La UNAD es dinámica y cambiante. Quien hoy aprende y se motiva, mañana orienta y lidera, y viceversa. Nuestro rol en la UNAD es temporal, pero sabemos que independientemente del lugar que ocupemos, nuestra huella debe estar caracterizada por atender, siempre, las expectativas y necesidades de los demás.
- Convertimos la comunicación en una forma de crecer. Reconocemos en los modos de expresión de los demás sus estados anímicos, sueños, miedos, confianzas y dudas, y todas esas situaciones permiten comprender y entender el entorno de su mensaje. Respondemos, reconocemos, hacemos observaciones, incluso hasta reparos, con respeto, cariño y siempre considerando detrás del directivo, del docente, del estudiante y del colaborador a personas que comparten su vida académica y laboral con nosotros.
- Somos agradecidos. Como dijo el filósofo chino Lao-Tse “el agradecimiento es la memoria del corazón”. Valoramos nuestro trabajo y la oportunidad de servir al país y de compartir con personas maravillosas en la Universidad. Sabemos que el salario es solo una simbólica muestra de reconocimiento. Los éxitos y oportunidades de nuestros compañeros de vida profesional no escapan a nuestras atenciones, porque somos hermandad en el mismo propósito, y agradecemos la oportunidad de crecer y aprender a su lado.
- En la UNAD vivimos un ambiente que nos invita a mejorar como personas. El compromiso, el reconocimiento del otro, la preocupación por el país, la gratitud hacia los demás, la disciplina en los proyectos, la responsabilidad en las entregas, la constancia en los propósitos, en el servicio y la solidaridad, son acciones propias de la UNAD. Somos conscientes que una excelente organización como la UNAD, solo ha sido posible con el soporte de maravillosas e integrales personas.
¡Con toda seguridad, la cohesión de estas convicciones personales e institucionales nos permitirá seguir sirviendo y creciendo personal, institucionalmente y profesionalmente! Gracias a todos los líderes que aportan en los servicios generales, vigilancia, personal de apoyo, profesionales, docentes, e-monitores, administrativos en la sede nacional y en todos los nodos zonales, centros regionales, oficinas asesoras, gerencias, vicerrectorías y seccionales internacionales, por hacer realidad el Metasistema organizacional y hacer vivos los propósitos de Más UNAD, Más País.