En la era de los filtros y la perfección digital, la belleza ha dejado de ser una percepción natural para convertirse en un algoritmo.

Desde su investigación La influencia de los estereotipos de belleza en redes sociales y su impacto en la bulimia y anorexia en mujeres adolescentes de Colombia, Adriana Sofía Luna Padilla, investigadora de la Escuela de Ciencias Básicas, Tecnología e Ingeniería (ECBTI) de la UNAD, revela cómo las plataformas digitales están redefiniendo la autoestima y la salud emocional de las jóvenes.

Un problema social amplificado por el algoritmo

En su estudio, la autora analizó el papel de redes como Instagram, TikTok y Facebook, plataformas que hoy funcionan como espejos sociales, donde la validación se mide en “likes” y seguidores.

La investigación expone que la exposición constante a modelos irreales de belleza está generando alteraciones significativas en la autopercepción de las adolescentes entre 13 y 17 años, quienes asocian la aceptación personal con cumplir un estándar físico inalcanzable.

“Las redes sociales son un potenciador directo de los trastornos alimenticios, consecuencia de la necesidad desesperada de encajar en un régimen social inalcanzable y ser aceptadas por los demás.”

— Adriana Sofía Luna Padilla

El hallazgo refleja una tendencia alarmante: los entornos digitales no solo informan o entretienen, también presionan, comparan y condicionan.

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Entre la pantalla y la realidad: consecuencias visibles

Los resultados de la investigación evidencian una relación directa entre la exposición prolongada a contenidos idealizados y la aparición de síntomas relacionados con anorexia y bulimia nerviosa.

El problema va más allá del deseo de “verse bien”: se trata de una distorsión cognitiva y emocional que puede llevar a conductas autodestructivas y a la pérdida de la identidad corporal.

Además, se destaca un dato inquietante: en menos de un segundo, un buscador como Google puede arrojar más de 500.000 páginas que hacen apología de la anorexia y la bulimia, y el 75 % de quienes acceden a estos contenidos son menores de edad.

Estos datos reflejan que la adolescencia digital es también una etapa de riesgo psicológico. La construcción del “yo” está siendo intermediada por pantallas, comentarios y filtros que moldean la forma en que las jóvenes se perciben y valoran.

Una mirada desde la ciencia, la ética y la educación

El estudio, desarrollado en la ECBTI de la UNAD, busca no solo describir la problemática, sino también promover un uso consciente y formativo de las redes sociales.

La autora enfatiza la necesidad de educar emocionalmente a los adolescentes y de formar profesionales capaces de analizar críticamente la tecnología, sus beneficios y sus riesgos.

En un contexto donde la digitalización avanza más rápido que la reflexión ética, esta investigación representa una voz de alerta, pero también una ruta de transformación social: enseñar a las nuevas generaciones a usar las redes para inspirar, no para imitar; para conectar, no para compararse.

Un llamado a la acción

Desde la Escuela de Ciencias Básicas, Tecnología e Ingeniería (ECBTI) de la UNAD, se hace un llamado a la comunidad académica, a las familias y a los propios jóvenes: la belleza no se mide en píxeles ni en métricas digitales. La autenticidad debe volver a ser tendencia. Y la tecnología, un espacio para construir confianza, no ansiedad.

“Cambiar la red empieza por cambiar el reflejo que decidimos mostrar.”
Adriana Sofía Luna Padilla