Basado en el artículo académico:Notas de Campus: Ingeniería Ambiental, de Julio César Martínez Pérez (Sello Editorial UNAD, DOI).

Un planeta que habla… y una ciencia que responde

El mundo está enviando señales: ríos que claman por oxígeno, suelos agotados, aire que pesa, ecosistemas que retroceden. Y ante ese llamado, la ingeniería ambiental se levanta como una de las disciplinas más urgentes y humanas de nuestro tiempo.

En su obra Notas de Campus: Ingeniería Ambiental, Julio César Martínez Pérez, investigador y docente de la Escuela de Ciencias Agrícolas, Pecuarias y del Medio Ambiente (ECAPMA) de la UNAD, nos invita a entender que esta ingeniería no solo diseña sistemas… repara la relación entre el ser humano y la naturaleza.

Más que una carrera, una conciencia planetaria

El texto plantea que ser ingeniero ambiental no consiste únicamente en aplicar fórmulas o construir plantas de tratamiento. Es pensar en la vida como un sistema interconectado, donde cada decisión técnica tiene un impacto ético.

El artículo detalla cómo la ingeniería ambiental integra la física, la química, la biología y las ciencias sociales para prevenir, mitigar y revertir los daños ambientales, ofreciendo soluciones reales a los problemas que afectan tanto al entorno natural como a las comunidades humanas.

Desde el control de vertimientos hasta el aprovechamiento energético de los residuos, esta disciplina se convierte en el puente que une la sostenibilidad con la innovación tecnológica.

De la contaminación al cambio estructural

Martínez Pérez resalta que el ingeniero ambiental moderno no solo reacciona ante la contaminación: anticipa el cambio.

Su mirada va más allá de los síntomas; se centra en las causas estructurales del deterioro ambiental, impulsando procesos de gestión integral del recurso hídrico, control del aire, planificación territorial y restauración ecológica.

El texto también enfatiza el papel transformador de la educación ambiental, no como complemento, sino como eje transversal del desarrollo sostenible. Cada estudiante formado bajo esta visión se convierte en un gestor del equilibrio ambiental: un agente de cambio que actúa con ciencia, conciencia y responsabilidad social.

Ciencia, innovación y territorio: el ADN de la UNAD

En línea con el enfoque de la UNAD, el artículo propone una ingeniería ambiental que se construye desde el territorio y para el territorio.

Los procesos formativos no solo enseñan a medir la contaminación o a diseñar sistemas de tratamiento, sino a interpretar la complejidad de los ecosistemas y las realidades sociales que los rodean.

Aquí, la tecnología se convierte en aliada de la vida: sensores que monitorean el agua, sistemas inteligentes de reciclaje, modelos de simulación climática… todos integrados en una visión que combina innovación, sostenibilidad y humanismo.

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Un paso académico hacia la regeneración

El artículo de Martínez Pérez deja una reflexión clara: el futuro no se trata de frenar el progreso, sino de reimaginarlo.

Por eso, el desafío para los nuevos ingenieros y estudiantes es pasar del diagnóstico a la acción: diseñar soluciones que no solo mitiguen, sino que regeneren.

El cambio climático no espera, pero la ciencia ambiental tampoco. Y la UNAD, a través de la ECAPMA y su Sello Editorial, está formando a los profesionales que no temen ensuciarse las manos para limpiar el planeta.

La ingeniería ambiental es más que una profesión: es una vocación de vida. Es mirar un río contaminado y ver en él una promesa de recuperación. Es construir futuro con datos, pero también con empatía.

Porque proteger la Tierra ya no es una opción técnica… es un acto de justicia intergeneracional.