Luz Amparo Samboní es caficultora del Resguardo indígena El Rosal, del pueblo Yanacona y emprendedora colombiana, egresada del programa de Agronomía de la Escuela de Ciencias Agrícolas Pecuarias y del Medio Ambiente (ECAPMA) y estudiante del programa de Maestría en Gerencia de Proyectos de la Universidad Nacional Abierta y a Distancia (UNAD), en el centro de Pitalito. Impulsa el desarrollo local promoviendo la cultura cafetera y el empoderamiento de mujeres y jóvenes rurales en su comunidad. A sus 39 años, es un vivo ejemplo de que la perseverancia y la educación son pilares esenciales para transformar la vida personal y comunitaria.
(Foto: estudiante unadista Luz Amparo Samboni, durante la premiación del Primer Concurso de Café de Especialidad Indígena)
El café como camino para transformar su comunidad
Entre los cafetales de Pitalito (Huila), Luz Amparo Samboni comienza sus mañanas revisando los apuntes de su maestría. El sonido del molino se mezcla con el canto de las aves y el olor del café recién tostado. Allí, entre la rutina del campo y los estudios en línea, ha construido una historia de esfuerzo y aprendizaje que hoy inspira a su comunidad.
Nació en el corregimiento de El Rosal, municipio de San Sebastián, Cauca, en una familia numerosa que aprendió a salir adelante con trabajo y unión. Años después, sus padres se trasladaron al Huila, donde la caficultura se convirtió en el centro de la vida familiar. “No puedo olvidar la vocación que nosotros tenemos de servicio desde nuestra herencia familiar e indígena.”, cuenta Luz.
Aprender desde la distancia
Con un hijo pequeño y el peso de numerosas responsabilidades, decidió dar un paso valiente hacia su sueño: estudiar Agronomía en la Universidad Nacional Abierta y a Distancia (UNAD). Esa decisión marcó el inicio de un camino de esfuerzo y dedicación, donde la pasión por la tierra y el compromiso con un futuro mejor guiaron cada paso.
El reto era grande, debía atender la finca, cuidar de su familia y adaptarse al estudio virtual con una conexión de internet limitada. “Había noches en que la conexión era muy lenta —recuerda—. Llegaba muy tarde y cansada a realizar mis trabajos desde el computador.”
Con disciplina y apoyo familiar, logró graduarse en 2017. Ese logro le permitió ocupar cargos técnicos y de liderazgo en su región: trabajó como catadora de café, corregidora municipal, directora de la Oficina de Ambiente y Gestión del Riesgo de Pitalito, y extensionista en la Federación Nacional de Cafeteros.
El café que cuenta una historia
El conocimiento adquirido en la universidad y su experiencia como caficultora la llevaron a fortalecer su finca familiar. En 2025 participó en el Primer Concurso Nacional de Café de Especialidad Indígena, organizado por la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC), donde su café —cultivado bajo prácticas sostenibles y con enfoque Yanacona— obtuvo el primer lugar.
Más que un premio, fue un reconocimiento al trabajo colectivo. “No solo significó un reconocimiento personal, sino un reconocimiento al trabajo de las mujeres de nuestros territorios ancestrales, al trabajo familiar, a la unión familiar, a todo el trabajo diario que hacen los caficultores.”, compartió.
Su café, con variedades Castillo y Borbón Rosado, destaca por su calidad y por reflejar el cuidado con que se produce en las montañas del Huila.
Sembrar conocimiento para el futuro
Luz cursa actualmente la Maestría en Gerencia de Proyectos en la UNAD. Su objetivo es crear una oficina de proyectos dedicada al desarrollo de comunidades indígenas, con el fin de fortalecer la gestión y ampliar las oportunidades en las zonas rurales. Su hijo, de 20 años, sigue sus pasos estudiando Licenciatura en Lenguas Extranjeras en la misma universidad.
Sueña con que su café de origen indígena llegue a escenarios internacionales, como la feria Coffee Fest en España. Pero su propósito va más allá de exportar un producto: busca visibilizar la riqueza cultural de su territorio y abrir caminos para nuevas generaciones.
“Sean valientes para soñar y transformar sus territorios a través de la educación, uniendo lo técnico con lo ancestral. Insistan, persistan y aprovechen cada espacio, porque el cambio empieza con el primer paso y confiar en nuestras capacidades. Educar y emprender no solo transforma nuestras vidas, sino también nuestras familias y comunidades.” - Comparte con emoción.
En cada grano de café que cosecha, Luz Amparo reconoce el fruto de muchos años de esfuerzo. Su historia refleja la transformación que puede surgir cuando la educación se conecta con el territorio. Desde su tierra, continúa sembrando no sólo café, sino oportunidades para su comunidad.


