¿De qué estás hecho además de genes?

Mucho se habla de lo que “traemos de fábrica”: nuestras capacidades innatas, talentos naturales o temperamento. Pero, ¿y el entorno? ¿Qué papel juega la familia que te cría, la cultura que te rodea o la sociedad en la que creces?

El artículo “Familia, cultura y sociedad: factores determinantes del desarrollo humano” de Cudris-Torres, Olivella-López, Bermúdez-Cuello, Rojas-Angarita y Romero-Munive, de la UNAD (2020), nos invita a mirar más allá de lo biológico para entender cómo el desarrollo humano es el resultado de una danza constante entre lo que heredamos y lo que vivimos.

No solo genes: también historias, vínculos y contextos
Desde el nacimiento, cada ser humano entra en un tejido complejo de relaciones, como explican los autores: “Las influencias en el desarrollo proceden de la herencia y del medio ambiente. Muchos cambios característicos de la niñez se relacionan con la maduración, y las diferencias individuales aumentan con la edad” (p. 57).

El desarrollo no es lineal, ni responde a un patrón único. Cada individuo se construye en interacción constante con su entorno: la familia como primera red de afecto y normas; la cultura como marco simbólico que orienta creencias y conductas; y la sociedad como escenario de oportunidades, limitaciones y significados compartidos.

La familia: estructura, transformación y nuevos modelos

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La familia ha sido históricamente el núcleo por excelencia del desarrollo humano, pero lejos de ser una estructura estática, hoy reconocemos su diversidad. El artículo hace un recorrido detallado por las nuevas formas de organización familiar:

Familias nucleares, extensas, uniparentales, ensambladas, reorganizadas o sin lazos consanguíneos tradicionales conviven hoy como expresión de una sociedad cambiante. Estos formatos impactan directamente en los procesos de socialización, crianza y construcción de identidad.

“La estructura familiar actualmente ha cambiado [...], se deja atrás a la constitución de la familia nuclear dando paso a nuevos tipos de estructura familiar, los cuales repercuten en el desarrollo de los niños” (p. 50).

Cultura y sociedad: marcos invisibles, impactos visibles
“La cultura se refiere a la forma de vida total de una sociedad o grupo [...] y a todas las conductas y actitudes que son aprendidas, compartidas y transmitidas” (p. 53).

La cultura define qué comemos, cómo criamos, cómo celebramos, pero también cómo sufrimos o amamos. Es un marco simbólico que influye en la autoestima, la forma de pensar, la manera de resolver conflictos y hasta en la forma en que aprendemos.

Tiempo y generaciones: vivir el contexto
El desarrollo también está marcado por el tiempo histórico. El artículo introduce conceptos como generaciones históricas y cohortes para mostrar que los eventos sociales y políticos dejan huellas en quienes los viven durante sus años formativos.

“Las influencias normativas de la historia son eventos significativos del entorno [...] que forman la conducta y las actitudes de una generación histórica” (p. 55).

Las guerras, pandemias, crisis económicas o avances tecnológicos influyen directamente en los valores, en la resiliencia y en la visión del mundo que cada generación hereda y transmite. Comprender esto permite construir puentes entre diferentes edades y contextos.

Qué reveló el estudio: 25 investigaciones, una gran verdad
A partir de una rigurosa revisión de literatura en bases como Scopus y EBSCO, se seleccionaron 25 estudios que abordaban la influencia de la familia, la cultura y la sociedad en el desarrollo humano.

La gran conclusión es contundente: el desarrollo humano es multidimensional, complejo e influido por una red de factores que interactúan constantemente. Herencia y ambiente, historia y actualidad, valores individuales y redes colectivas se entrelazan para formar lo que somos.

¿Por qué es clave entender esto?
Porque nos permite construir una mirada más empática, contextual y humana sobre los procesos de crecimiento y transformación personal. También abre la puerta a diseñar políticas educativas, sociales y psicológicas que respondan a la realidad de cada comunidad, y no a un modelo universal e idealizado del desarrollo.

Si trabajas con personas, reconoce su historia antes de emitir juicios. Si educas, forma desde el contexto, no desde el estereotipo. Si eres padre, madre o cuidador, tu presencia emocional importa más de lo que imaginas. Y si eres tú quien busca crecer, recuerda que tu entorno no te define por completo, pero sí te moldea.

Lee el artículo completo:
Cudris-Torres, L. et al. (2020). Familia, cultura y sociedad: factores determinantes del desarrollo humano. Publicado en la revista Desbordes.