¿Podemos hablar de una sola teoría de la personalidad, o más bien de un rompecabezas que necesita piezas de muchos enfoques?

Este es el reto que plantean Sonia Mayerly Castro Bedoya y Mabel Goretty Chala-Trujillo: construir una visión integradora que supere los límites de las teorías aisladas y nos permita comprender al ser humano en toda su complejidad.

La personalidad no puede reducirse a un concepto lineal o rígido. Es dinámica, evoluciona con la historia, se configura en las emociones, pero también en los vínculos sociales y en los contextos culturales.

Más allá de teorías fragmentadas

Durante décadas, las teorías de la personalidad han intentado explicar qué nos hace ser quienes somos: Freud con el inconsciente, Rogers con la autorrealización, Allport con los rasgos, Skinner con el aprendizaje, entre otros.

El problema es que cada propuesta ilumina solo una parte del fenómeno, dejando otras en sombra. Como dice Lluís Font (2002): “una auténtica teoría de la personalidad no podrá ser solo biológica, ni solo cultural, ni solo psicológica… deberá contemplar todas estas dimensiones”.

Pensar la personalidad desde una sola teoría es como querer explicar el universo con una sola estrella. Se necesita mirar el cielo completo para entender su inmensidad.

 

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La apuesta de Ken Wilber: integrar para comprender

Aquí surge la propuesta integradora de Ken Wilber (2000) y su Teoría Integral, que plantea que todo fenómeno humano debe analizarse desde cuatro cuadrantes:

  • El Yo (interior individual): lo psicológico, la experiencia subjetiva, la conciencia y el inconsciente.
  • El Ello (exterior individual): lo biológico, lo corporal, la base fisiológica que sustenta emociones y conductas.
  • El Nosotros (interior colectivo): lo cultural, los valores compartidos, las narrativas que nos unen.
  • El Ellos (exterior colectivo): lo social, las instituciones, normas y sistemas que organizan la vida en comunidad.

Esta mirada evita caer en reduccionismos y nos recuerda que lo humano emerge en múltiples niveles al mismo tiempo. La personalidad no es solo “yo”, es también “nosotros” y “ellos”.

Un ejemplo cercano

Imagina a Enrique, un hombre de 32 años. Su personalidad puede analizarse desde diferentes lentes:

  • Sus huellas inconscientes, marcadas desde la infancia (Freud).
  • Sus rasgos psicológicos medibles, como el neuroticismo o la extraversión (Cattell, Allport).
  • Sus vínculos familiares y el sentido cultural que les otorga (Adler, Erikson, Horney).
  • Sus aprendizajes sociales y la manera en que el contexto moldea sus conductas (Bandura, Rotter, Mischel).

Cada teoría aporta una pieza distinta, pero solo juntas pueden dibujar el cuadro completo de Enrique.

El reto para la psicología actual

Castro y Chala-Trujillo nos recuerdan que la tarea no es elegir “la mejor teoría”, sino tejer puentes entre todas. La personalidad es un fenómeno bio-psico-social y cultural, y comprenderla así no es un lujo académico: es una necesidad para diseñar intervenciones clínicas más completas, diagnósticos más acertados y estrategias comunitarias más humanas.

La integración de teorías no significa perder rigor, sino ganar amplitud. Un psicólogo que trabaja solo desde Freud o solo desde Skinner corre el riesgo de reducir al ser humano a una parte de su experiencia. La visión integradora busca lo contrario: rescatar la totalidad.

El papel de la ECSAH – UNAD

En este esfuerzo, la Escuela de Ciencias Sociales, Artes y Humanidades (ECSAH) de la UNAD cumple un rol estratégico: formar psicólogos y profesionales capaces de mirar al ser humano en su complejidad, articulando teorías clásicas y contemporáneas con un enfoque interdisciplinar.

La ECSAH no solo transmite teorías, sino que impulsa a sus estudiantes a pensar críticamente, a dialogar entre corrientes y a construir propuestas innovadoras que respondan a los retos actuales de la psicología y la sociedad.

Es en este espacio académico donde trabajos como el de Castro y Chala-Trujillo cobran sentido, porque no se quedan en el debate teórico, sino que ofrecen una hoja de ruta para comprender la personalidad desde una mirada integral, tal como lo demanda un mundo cada vez más complejo e interconectado.

La personalidad no es un rompecabezas incompleto ni un misterio imposible. Es un mosaico de experiencias, genes, símbolos, contextos y aprendizajes. El verdadero reto no es elegir la “mejor teoría”, sino aprender a tejer puentes entre todas.

La ECSAH y la UNAD nos invitan a este desafío: dejar atrás la fragmentación y atrevernos a mirar al ser humano desde la integración total. Porque comprender la personalidad en toda su riqueza es también comprendernos mejor como sociedad.

Y tú, ¿te atreves a mirar tu propia historia desde todas las perspectivas?