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La química que da vida al campo: Compuestos orgánicos oxigenados en el eje agropecuario y ambiental
La química detrás de lo que comemos, respiramos y cultivamos
Todo lo que nos rodea, desde el aroma del café en la mañana hasta la textura de una fruta recién cortada, tiene una explicación que va mucho más allá de lo sensorial.
Esa explicación está en los compuestos orgánicos oxigenados, estructuras invisibles que determinan la vida de los suelos, la salud de los animales y la sostenibilidad del ambiente.
El artículo “Estructura y propiedades de compuestos orgánicos oxigenados y su incidencia en el eje agropecuario-ambiental”, del investigador Julián Andrés Castillo Vargas, publicado por el Sello Editorial UNAD, nos abre la puerta a un mundo donde la química no solo se estudia: se siente, se cultiva y se transforma.
Cuando los átomos se convierten en soluciones
En esta obra, Castillo Vargas describe algo fascinante: vincular la estructura molecular de sustancias como los alcoholes, fenoles, éteres, aldehídos, cetonas, ésteres y ácidos carboxílicos con su impacto directo en los ecosistemas y en los sistemas productivos agropecuarios.
Estos compuestos, que podrían parecer exclusivos de laboratorios o fórmulas abstractas, son en realidad protagonistas silenciosos de la vida cotidiana:
- Los alcoholes: presentes en desinfectantes y productos de limpieza, son fundamentales en la bioseguridad agropecuaria.
- Los fenoles: derivados de plantas, actúan como antioxidantes naturales que mejoran la calidad de los alimentos y la resistencia vegetal.
- Los ésteres: responsables del olor de frutas como la piña o la fresa, son utilizados para identificar la madurez o deterioro de productos agrícolas.
- Los ácidos carboxílicos: como el ácido acético del vinagre o el cítrico de los cítricos, se integran en procesos de conservación y biofermentación.
Cada grupo funcional tiene una historia, una función y una aplicación que conecta la ciencia con la tierra, demostrando que la química orgánica es el lenguaje molecular del agro.
Agro y ambiente: un vínculo molecular
La mirada del autor no se limita a la teoría. El texto plantea que comprender las propiedades de los compuestos oxigenados permite tomar decisiones más inteligentes en el manejo de cultivos, suelos, agua y animales.
Por ejemplo, los aldehídos y cetonas se analizan no solo desde su reactividad química, sino también desde su papel natural en las plantas: algunos son responsables de aromas como la canela, la vainilla o el jazmín, utilizados incluso como bioindicadores en procesos agrícolas y ambientales.
Además, se aborda la importancia de los ácidos grasos y ésteres en la producción de biocombustibles, aceites vegetales y cosméticos sostenibles. Estas moléculas son esenciales para el desarrollo de una bioeconomía rural que combine eficiencia productiva con respeto ambiental.
Más allá del microscopio: una mirada interdisciplinaria
El artículo se aleja del enfoque tradicional de la química como ciencia aislada y la presenta como una herramienta transversal para la sostenibilidad.
Cada reacción química, cada enlace de hidrógeno, tiene un correlato en el equilibrio de los ecosistemas y en la innovación agroindustrial.
Castillo Vargas propone un enfoque educativo donde la química no se enseña como una lista de fórmulas, sino como un lenguaje de conexión entre la naturaleza y la ingeniería.
Así, los futuros profesionales del agro no solo aprenden a reconocer compuestos, sino a usarlos estratégicamente en procesos de conservación, bioseguridad, fertilización y tratamiento de residuos.
De la molécula al territorio: ciencia para un nuevo campo colombiano
El texto se alinea con la filosofía de la Universidad Nacional Abierta y a Distancia (UNAD): democratizar el conocimiento y poner la ciencia al servicio de las regiones. La ECAPMA impulsa una visión donde la química se traduce en innovación rural, gestión ambiental y desarrollo sostenible.
En ese sentido, el artículo es mucho más que una guía académica: es una invitación a repensar el papel de la ciencia en la transformación del país.
Cada molécula analizada en el laboratorio tiene su eco en los campos de cultivo, en los ecosistemas hídricos, en la calidad del aire… y en la forma en que entendemos nuestra relación con la naturaleza.
El mensaje final de esta obra es contundente: no hay agricultura sostenible sin comprender la química que la sostiene.
Comprender la estructura de los compuestos orgánicos oxigenados no solo permite innovar en el agro, sino proteger los recursos naturales, reducir contaminantes y crear procesos circulares.
Porque entender los compuestos oxigenados es entender la esencia misma de la vida, y en la UNAD, esa vida se estudia, se comparte y se multiplica.