Diego Belalcázar, oriundo de Santander de Quilichao, Cauca, pasó de trabajar en el corte de caña a convertirse en psicólogo comunitario, impulsado por el modelo educativo de la Universidad Nacional Abierta y a Distancia (UNAD). A los 42 años, tomó la decisión de iniciar sus estudios en el programa de Psicología, eligiendo el énfasis en trabajo comunitario en el Centro de Educación Abierta y a Distancia de su municipio. Hoy, a sus 52 años, Diego es un ejemplo de perseverancia y superación, reflejando cómo la educación puede ser un motor de cambio, demostrando que, incluso ante las adversidades, es posible alcanzar metas profesionales.

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Diego creció en una zona rural con acceso limitado a la educación, pero siempre mantuvo firme su sueño de profesionalizarse. Con determinación, trazó su camino para superar los desafíos y alcanzar su meta de convertirse en psicólogo comunitario. La vida le presentó momentos de cambio significativos: la pérdida de su madre a los 18 años lo llevó a Cali, donde trabajó en construcción y en el corte de caña durante varios años. Estas experiencias impulsaron su deseo de superación. “En una ocasión le dije a un compañero que algún día tenía que entrar a la sala de una universidad, y él me respondió: No lo vea tan lejos, que si se lo propone, lo va a lograr”, recuerda Diego. Finalmente, en 2014, a sus 42 años, se matriculó en la UNAD tras un momento revelador: al salir de una cita médica, se encontró de frente con la sede de la universidad en su municipio.

Una elección de vida y comunidad

Estudiar psicología fue una elección motivada por su deseo de ayudar a los demás. Inspirado por los libros de Carlos Cuauhtémoc Sánchez, en especial por la obra ‘Un grito desesperado', Diego descubrió su vocación para brindar apoyo emocional. Su meta era clara: ser un referente para los jóvenes de su comunidad y demostrarles que la educación es un motor de cambio, y que con esfuerzo se pueden alcanzar los sueños, sin importar las circunstancias.

La universidad de la vida y la UNAD

Para Diego el modelo de educación a distancia le permitió combinar sus estudios con el trabajo. Diego ha construido su camino profesional entre múltiples oficios que financiaron su sueño de acceder a educación superior. Desde sus inicios como trabajador de construcción en Cali y luego como cortador de caña en el Cauca y el Meta, hasta su etapa como vendedor ambulante de dulces tradicionales en Bogotá y Cali, Diego enfrentó largas jornadas para costear su formación. Cuando ingresó a la UNAD para estudiar Psicología no abandonó el corte de caña, una labor que sostuvo hasta obtener una beca condonable del ICETEX, lo cual le brindó alivio económico y le permitió centrarse más en sus estudios.

Entre largas jornadas laborales y madrugadas de estudio, Diego se convirtió en el primer profesional de su familia, obteniendo su grado en 2019. Su primera experiencia como psicólogo fue en un proyecto de apoyo a comunidades étnicas. Actualmente, Diego se desempeña como psico-orientador en una institución educativa. Este rol le ha permitido seguir su vocación de ayudar y acompañar a jóvenes en su desarrollo personal y académico. "He logrado aportarles una perspectiva diferente para que comprendan que su contexto no los limita y que cada uno puede ser agente de cambio en su vida, su familia y su comunidad”, comenta con orgullo.

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Reflexión y legado

Para Diego, la educación no es solo una meta personal, sino una responsabilidad social. En su rol actual, se esfuerza por inculcar en los estudiantes el mismo anhelo de superación que lo llevó a él a convertirse en profesional. A sus hijos les ha transmitido el valor del esfuerzo y del compromiso, y sigue trabajando en ellos una “semilla de superación” que espera germine y dé frutos.

Diego Belalcázar es un ejemplo de cómo la educación puede transformar vidas. Su historia evidencia que, con voluntad y perseverancia, cualquier sueño puede hacerse realidad, representando el espíritu del Talento Unadista.