En algunas familias, el dinero no une: controla, silencia y encierra. Pero no siempre se ve. No deja moretones visibles, pero sí fracturas emocionales. Es lo que el investigador Rolando Castillo Santiago describe magistralmente en su artículo Violencia económica, conceptualizaciones transversales en la familia y la realidad social.

Este trabajo revela cómo la violencia económica es una forma sutil pero devastadora de control, que limita el acceso a recursos, impide la autonomía financiera y perpetúa ciclos de dependencia, especialmente en contextos de pobreza. Según el autor, este tipo de abuso “no solo afecta a los individuos en el ámbito privado, sino que también tiene repercusiones significativas en la sociedad en general”.

En sus palabras, “la violencia económica se manifiesta a través del control total sobre las finanzas familiares sin el consentimiento o conocimiento de la otra parte, y la explotación económica directa”. ¿Y lo más preocupante? Que muchas veces pasa desapercibida incluso para quienes la padecen.

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Educación, pobreza y silencio: una combinación peligrosa

El artículo señala que la falta de educación financiera y el bajo nivel de escolaridad son factores clave para entender este fenómeno. En palabras de Castillo Santiago, “México está por debajo del promedio de la OCDE en capacidades financieras. El 65 % de los mexicanos gastan más de lo que ganan por falta de educación financiera... y solo el 8 % ha recibido educación financiera desde algún sistema escolar” (ENEF, 2017).

Este dato es demoledor. Y lo es aún más cuando se entiende que la dependencia económica es una de las principales razones por las cuales el 41 % de las mujeres violentadas no se separan de su agresor (INEGI, 2016). La economía, en este contexto, no solo es una estadística: es una cadena invisible.

Romper el ciclo empieza con entenderlo

A través de un enfoque cualitativo y sistemático, el artículo conecta teorías como la de la violencia estructural de Galtung, la teoría feminista de Walby o la teoría marxista del control social con la realidad familiar mexicana. En cada una de ellas se refleja una verdad contundente: la economía puede ser una herramienta de dominación o una vía para la libertad.

Y es que no es solo un problema de ingresos, sino de desigualdad educativa, falta de acceso a recursos, roles tradicionales de género y ausencia de políticas públicas específicas. Como bien lo señala el autor: “urge evaluar el papel del Estado más allá de su función como instaurador de conductas punibles, sino como rector de las políticas públicas”.

Educación financiera para sanar

El artículo propone que una de las claves para revertir esta violencia es promover la educación financiera como derecho humano y herramienta de equidad. Si las familias tienen acceso al conocimiento para administrar sus recursos, pueden romper el ciclo de abuso. Porque donde hay autonomía, hay poder de decisión.

Un llamado a la acción

Es momento de mirar de frente este fenómeno. De dejar de romantizar la pobreza o naturalizar la dependencia económica. La violencia económica es real, es profunda y afecta a los más vulnerables. Como nos recuerda el autor, “el propósito de esta violencia es humillar, degradar y quebrantar la resistencia física y moral de la víctima” (Corte IDH, 2005, párr. 69).

Este blog solo es un abrebocas. Te invitamos a leer el artículo completo de Rolando Castillo Santiago para profundizar en esta problemática y entender sus raíces, teorías, consecuencias y caminos posibles hacia la justicia.

Compromiso académico con impacto real

Desde la Universidad Nacional Abierta y a Distancia – UNAD, reafirmamos nuestro compromiso con la justicia social, la educación como derecho y la protección de los derechos humanos. Por eso, nuestro programa de Maestría en Derecho Familiar y Políticas Públicas se suma al llamado de este estudio para impulsar transformaciones estructurales.

La UNAD también ha implementado un Protocolo para la Prevención, Detección y Atención de Casos de Violencia de Género, el cual establece rutas de atención y acompañamiento para situaciones de violencia, incluyendo la económica. Este protocolo se basa en un enfoque integral centrado en la persona sobreviviente, garantizando atención médica, apoyo psicosocial, seguridad y asistencia legal.

La UNAD te invita a sumarte al cambio. Porque el conocimiento no solo informa, transforma.