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“¡Profe, me está mirando feo!” - Y otras oportunidades para enseñar paz
¿Recuerdas ese momento incómodo en la escuela cuando dos compañeros discutían en plena clase? O tal vez fuiste tú quien tuvo que enfrentarse a un conflicto con un docente. Lo cierto es que los conflictos escolares son inevitables, pero… ¿y si te dijera que no son el problema, sino la puerta a una solución?
El artículo “Resolución pacífica de conflictos en la escuela” nos invita a mirar más allá del castigo y descubrir el potencial pedagógico que hay detrás de cada desacuerdo. Publicado en un contexto donde las instituciones educativas buscan construir ambientes más seguros y empáticos, este texto es una herramienta urgente para transformar la cultura escolar.
Un problema que no podemos ignorar
Según la UNESCO, el 32 % de los estudiantes en América Latina ha sido víctima de algún tipo de violencia escolar, y en Colombia, el 40 % de los conflictos reportados en entornos educativos están relacionados con el mal manejo de emociones, la intolerancia y la poca escucha activa.
Pero el problema no termina ahí: muchas escuelas responden con sanciones inmediatas, expulsiones o reportes disciplinarios que no abordan el origen del conflicto… sino que lo tapan.
¿Y si el problema no es el conflicto, sino cómo lo manejamos?
Educar para la paz, no solo para la obediencia
El artículo resalta que el conflicto es inherente a la vida en comunidad, y que, lejos de ser un obstáculo, puede ser una herramienta de crecimiento si se maneja adecuadamente. La clave está en cambiar la lógica de “ganadores y perdedores” por una cultura del diálogo, el respeto y la empatía.
“La escuela debe ser un espacio para aprender a convivir, donde el conflicto sea asumido como una experiencia formativa y no como una falta.” (p. 5)
Este enfoque no niega los desacuerdos, los abraza como parte del proceso de enseñanza-aprendizaje. Porque en el fondo, enseñar a resolver conflictos es enseñar a vivir en sociedad.
Estrategias para una resolución pacífica
El texto propone metodologías concretas que pueden adaptarse desde el aula:
- Diálogo estructurado y mediación escolar
- Talleres de habilidades socioemocionales
- Aprendizaje cooperativo y construcción colectiva de normas
- Espacios de escucha para estudiantes y docentes
Estas estrategias no requieren grandes reformas, pero sí un cambio de mentalidad: pasar de controlar al estudiante, a comprender sus razones y emociones.
Semillas de paz
Por su parte, la UNAD, desde sus programas académicos y sus investigaciones territoriales, ha venido sembrando semillas de paz en las aulas de Colombia, incluso en aquellas donde la palabra “convivencia” parecía ausente. Publicaciones como:
- “Educación para la paz en escenarios de conflicto”
- "La lúdica como herramienta para resolver conflictos escolares"
La UNAD, a través de su sello editorial, ha publicado trabajos clave que enriquecen este debate. En “Educación para la paz en contextos escolares rurales” se visibilizan las experiencias pedagógicas que promueven la convivencia en territorios históricamente afectados por el conflicto. Por su parte, “La mediación como herramienta en la gestión de conflictos escolares” ofrece estrategias concretas para transformar el aula en un espacio de diálogo, justicia restaurativa y construcción de comunidad.
Ambos textos demuestran que la paz también se enseña, se practica y se aprende desde la escuela.
No hay escuela perfecta, pero sí hay escuelas que se atreven a dialogar, escuchar y sanar. Educar para la paz no es una utopía: es una necesidad urgente. Los conflictos no se eliminan con sanciones, sino con vínculos, escucha y formación emocional.
“La resolución pacífica de conflictos no es un contenido adicional, es parte esencial de la formación integral.” (p. 7)
¿Qué pasaría si en lugar de castigar a los estudiantes que se equivocan, les enseñáramos a resolver sus diferencias?
Te invitamos a leer el artículo completo y a sumarte a la transformación educativa desde la empatía.


