Una red neuronal semántica para cruzar la calle con dignidad

En una ciudad donde las señales de tránsito no siempre hablan el mismo idioma que sus habitantes, un grupo de investigadores de la UNAD decidió enseñarle a la inteligencia artificial a ver por quienes no pueden hacerlo. Así nació el proyecto descrito en el artículo “Red Neuronal Semántica para la detección de carriles peatonales”, una apuesta tecnológica y humana por entrenar una red capaz de identificar pasos peatonales y traducir esa información en autonomía para personas con discapacidad visual. Más que un avance técnico, este desarrollo representa una revolución silenciosa por una ciudad verdaderamente inclusiva, donde la movilidad no dependa de la vista, sino del derecho a transitar seguros.

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El corazón del proyecto: redes neuronales que entienden el espacio

Este proyecto, desarrollado como parte del plan PG2402ECBTI2022, tiene como epicentro la ciudad de Ibagué. Su objetivo es claro y urgente: diseñar un sistema de percepción espacial mediante redes neuronales semánticas que detecten carriles peatonales en entornos urbanos, permitiendo a personas con discapacidad visual orientarse con mayor autonomía y seguridad.

La elección de redes semánticas no es casual: este tipo de inteligencia artificial no solo identifica objetos, sino que los interpreta en su contexto, una habilidad esencial cuando se trata de distinguir un paso peatonal entre líneas, sombras, obstáculos o zonas deterioradas de la vía.

“La red neuronal semántica fue ajustada para detectar con alta precisión patrones específicos de señalización horizontal que indican paso peatonal, aun en condiciones variables de luz, clima o deterioro”, señalan los autores en su estudio.

El modelo se entrenó con imágenes reales de espacios urbanos en Ibagué, lo que asegura pertinencia geográfica, cultural y funcional para la primera fase del desarrollo. A medida que se afina, puede replicarse en otras ciudades del país y del continente.

Tecnología que se vuelve trayecto: de los datos al bastón

El artículo no se queda en la teoría, propone aplicaciones prácticas y escenarios reales de uso, como:

  • Bastones inteligentes: dispositivos equipados con sensores y cámaras que, conectados al sistema de IA, advierten mediante vibraciones o sonidos cuándo y dónde cruzar.
  • Aplicaciones móviles accesibles: que usan geolocalización y visión por computador para guiar rutas peatonales seguras en tiempo real.
  • Sistemas urbanos integrados: donde cámaras de vigilancia o semáforos puedan “leer” el espacio y comunicar condiciones de seguridad a dispositivos personales.

Esta convergencia de tecnologías promete cambiar radicalmente la forma en que las personas ciegas o con baja visión interactúan con la ciudad. Lo que antes era intuición o riesgo, ahora puede ser certeza guiada por datos inteligentes.

¿Y cómo funciona todo esto por dentro?

En términos técnicos, la red neuronal trabaja con algoritmos de segmentación semántica, es decir, descompone la imagen en múltiples “clases” para identificar el tipo de objeto que está presente en cada píxel. Esto permite que, incluso si el paso peatonal está parcialmente cubierto, su estructura aún pueda reconocerse.

Además, el sistema fue validado con métricas rigurosas de precisión y robustez, comprobando su desempeño bajo distintos niveles de luz, lluvia, desgaste vial e incluso interferencias visuales comunes del entorno urbano.

Es decir, no se trata de una IA genérica, sino una solución entrenada desde la realidad local, con capacidad de adaptarse y escalar según los contextos urbanos y sociales.

El reto de escalar sin perder el propósito

El proyecto también identifica sus propios desafíos:

  • Entrenamiento en entornos rurales o zonas con señalización irregular.
  • Reducción del costo de los dispositivos portátiles para que sean accesibles.
  • Integración del sistema en políticas públicas y colaboraciones entre Estado, academia y empresa.

El artículo plantea que el éxito no está solo en la detección perfecta del carril, sino en lograr que esta tecnología llegue a quienes más la necesitan. La inclusión digital no es solo acceso a Internet, es acceso a herramientas que amplían la libertad y reducen la desigualdad.

Más que un algoritmo, una declaración de principios

Este proyecto no compite con grandes desarrollos comerciales de IA, pero marca una diferencia ética y social. Representa una visión de la tecnología como herramienta al servicio del derecho, no del mercado.

“La verdadera innovación no es solo tecnológica, sino social. Que la IA aprenda a ‘ver’ no tiene sentido si no nos ayuda a vernos mejor como sociedad”, reflexionan los investigadores.

El artículo se convierte así en una hoja de ruta para pensar cómo podemos y debemos diseñar sistemas inteligentes que no ignoren a las poblaciones invisibles. Donde la inteligencia artificial no sustituye la humanidad, sino que la potencia con empatía.

Cruzar la calle… sin miedo

Lo que este artículo de la UNAD propone es más que una solución técnica. Es una declaración de futuro: la inteligencia artificial puede y debe ser una aliada de la dignidad humana. Cruzar una calle sin miedo, sin depender de otros, es un acto de libertad. Este desarrollo demuestra que es posible construir ciudades inteligentes que no olviden a nadie en la acera.

Porque cuando la ciencia camina junto a la empatía, la tecnología deja de ser solo innovación... y se convierte en justicia.