Mientras los jóvenes inhalan vapor con sabor a mango, dentro de sus cerebros la nicotina activa los mismos circuitos que responden a la cocaína. ¿Casualidad? No. Hay una molécula capaz de secuestrar el sistema de recompensa del cerebro, modificar su arquitectura y perpetuar la adicción en silencio. Es legal, accesible y diseñada para ser irresistible. Se llama nicotina.

¿Sabías que un solo vapeador puede contener tanta nicotina como 20 cigarrillos tradicionales? Y lo más alarmante: mientras el consumidor cree que está optando por una alternativa “más sana”, la industria ha perfeccionado sabores, formas y dispositivos para enganchar desde la primera inhalación. El objetivo ya no es vender cigarrillos... sino cerebros jóvenes, vulnerables y dependientes. Es adicción con diseño de interfaz.

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La epidemia silenciosa del siglo XXI tiene sabor a menta y mango

En el artículo científico titulado Adicción a la nicotina: la necesidad de articular las ciencias básicas con las políticas en salud pública, publicado en la Revista ECISA de la UNAD, se presenta un enfoque urgente y multidisciplinario sobre el fenómeno creciente del vapeo y su impacto a nivel cerebral, social y legislativo.

¿La hipótesis? La nicotina, lejos de ser una simple sustancia recreativa, debe ser entendida como un agente de transformación neuroquímica capaz de alterar funciones ejecutivas críticas como la memoria, el juicio y el control de impulsos.

¿La urgencia? América Latina, con sistemas de salud fragmentados y escasa legislación preventiva, está en el punto de mira de una nueva epidemia silenciosa: la adicción a los dispositivos electrónicos de nicotina.

El estudio describe con evidencia científica cómo la nicotina activa los mismos circuitos neuronales implicados en drogas ilícitas como la cocaína, generando cambios duraderos en la motivación, la conducta y la toma de decisiones. En jóvenes, estos efectos son aún más drásticos por la plasticidad cerebral en desarrollo.

Vapeo: la trampa molecular que parece inofensiva

Los hallazgos del artículo exponen cómo esta sustancia, muchas veces percibida como “menos dañina” en su forma electrónica, es en realidad un potente neuroestimulante que manipula los circuitos dopaminérgicos del cerebro, promoviendo dependencia incluso desde las primeras exposiciones.

“El vapeo no es un hábito inofensivo. Es una puerta de entrada a una adicción profunda, sostenida por una industria que rediseña constantemente sus estrategias para captar adolescentes”, concluye el artículo.

Vapeo en cifras: ¿estamos perdiendo la batalla?

  • En Colombia, el uso de vapeadores ha aumentado en un 200 % entre jóvenes de 14 a 24 años desde 2019.
  • La OMS reconoce que más de 8 millones de muertes anuales son atribuibles al consumo de tabaco y nicotina.
  • En México, uno de los países analizados en el estudio, ya se ha prohibido la venta de vapeadores, aunque el mercado ilegal crece sin control.

“La nicotina no es solo un problema de salud, es un problema de justicia social y de protección de derechos fundamentales. Urge traducir la evidencia científica en políticas que pongan en el centro a las personas, no a la industria.”

Opinión de expertos UNAD: Dra. Claudia Sabogal y Dr. Nelson Ricardo

Dra. Claudia Marcela Sabogal Fajardo, referente nacional en salud pública, analiza este fenómeno desde una perspectiva sistémica:

“La nicotina está normalizada socialmente, y eso la hace aún más peligrosa. El cerebro de un adolescente no distingue entre una droga ‘legal’ o ‘ilegal’; lo que hace es adaptarse a los estímulos, y la nicotina, aunque venga en presentación de sabores y colores, es un estimulante adictivo.”

Sabogal hace énfasis en el vacío entre ciencia y acción estatal:

“Los estudios existen, pero las políticas siguen retrasadas. Se requiere una intervención articulada entre salud, educación y justicia social, porque la adicción no es solo un tema médico: es un asunto de derechos humanos.”

Dr. Nelson Ricardo Ávila, investigador del Grupo Bioinnova de la UNAD, advierte sobre las implicaciones moleculares del vapeo:

“El sistema de recompensa cerebral se hackea con facilidad cuando la nicotina entra en juego. Se generan patrones de consumo compulsivo, pérdida de control e incluso ansiedad y depresión cuando el acceso se interrumpe.”

Desde su experiencia, añade:

“Lo que más me preocupa es que los vapeadores están diseñados para parecer seguros: sabores dulces, formas ergonómicas, marketing en redes. Pero la ciencia demuestra que son dispositivos de entrega rápida de una sustancia psicoactiva que altera el equilibrio neuroquímico.”

Salud pública en juego: ¿estamos reaccionando demasiado tarde?

Los investigadores coinciden en que América Latina está en riesgo de una “segunda pandemia silenciosa”, donde miles de jóvenes comienzan a vapear sin conciencia del daño real.

El artículo de ECISA UNAD propone integrar la neurociencia básica en la formulación de políticas públicas de prevención, detección y atención integral a la adicción a la nicotina. También invita a generar entornos escolares y comunitarios donde la prevención no se limite a prohibiciones, sino que esté basada en la comprensión profunda del comportamiento humano.

Ciencia + Estado + Educación: la fórmula que propone la UNAD

El artículo no se limita a señalar el problema. Propone una estrategia de articulación entre tres pilares fundamentales:

  • Ciencia básica: financiar y visibilizar estudios sobre los efectos de la nicotina a nivel neurológico, inmunológico y conductual.
  • Políticas públicas activas: diseñar leyes que prohíban la publicidad engañosa, regulen los contenidos de los vapeadores y controlen el acceso de menores.
  • Educación transformadora: incluir en las mallas curriculares programas de prevención basados en neurociencia, que superen el discurso del “no fumes” y promuevan el pensamiento crítico y la autorregulación emocional.

Cuando inhalas vapor, no solo estás exhalando humo

En diferentes investigaciones se ha evidenciado cómo la nicotina actúa como un imitador de neurotransmisores, interfiriendo en las rutas neuronales asociadas al placer, el aprendizaje y la memoria. Este “secuestro químico” del sistema nervioso puede generar mayores niveles de ansiedad, impulsividad y pérdida de control, reconfigurando el funcionamiento cerebral sin que la persona sea plenamente consciente. Lo más alarmante: cuanto más temprana es la exposición, más profunda y duradera es la huella que deja en el cerebro en desarrollo.

Testimonios reveladores de adolescentes:

“Empecé por moda, lo dejé tres veces, volví cinco. Me sentía sin control.”

— Estudiante de 18 años. Fuente: HHS

“Varios adolescentes que atendemos comenzaron a vapear nicotina para manejar la ansiedad. Terminaron desarrollando una adicción, aunque muchos no lo reconocieron o no lo esperaban.”

— Estudio cualitativo. Fuente: PMC NIH y Child Mind Institute

“Tenía 14 años cuando probé mi primer vapeador. Era de sabor ‘hielo de arándano’ y el mareo que sentí me tumbó casi literalmente en plena clase de noveno grado.”

— Testimonio publicado. Fuente: US News

“El vapeo me ayudaba con la ansiedad, pero luego me di cuenta de que me ponía más ansioso cuando pasaba el efecto entre calada y calada. Sentía que no podía detenerme.”

— Participante de estudio. Fuente: BMC Public Health

“El vapeo empezó como una forma de ocupar el tiempo: durante juegos, al prepararme para ir al colegio, hablando por teléfono o estudiando...”

— Adolescente en estudio cualitativo. Fuente: PMC NIH

Ciencia con propósito

La UNAD, a través de esta investigación, no solo pone sobre la mesa un diagnóstico científico riguroso. También propone un camino de acción y responsabilidad. Desde sus grupos de investigación hasta sus aulas virtuales, se compromete con una transformación social que empiece por comprender el cerebro… y termine por cambiar políticas.

Lee el artículo completo aquí: Revista ECISA UNAD