En un país donde apenas el 2% del presupuesto en salud se destina a salud mental, la pregunta es inevitable: ¿cómo garantizar un verdadero bienestar en comunidades que enfrentan pobreza, desempleo y violencia cotidiana?
La psicóloga Diana Cecilia Puentes (UNAD, 2020) nos invita a mirar la salud desde otro ángulo: no como la ausencia de enfermedad, sino como una construcción colectiva que se teje en calles, veredas y territorios, donde la comunidad misma se convierte en protagonista.
Una mirada integral: el modelo biopsicosocial
La Organización Mundial de la Salud definió en 2012 la salud como un estado de bienestar físico, mental y social. Pero ¿cómo llevar esa definición a la práctica? En 1977, George Engel propuso el modelo biopsicosocial, que integra tres dimensiones inseparables: lo biológico, lo psicológico y lo social.
Este modelo rompe con la visión reduccionista de la medicina tradicional y abre la puerta a un enfoque más humano. Una crisis económica, por ejemplo, no solo se mide en números: cuando un padre desempleado no tiene cómo alimentar a su familia, la angustia, el estrés y la desesperanza se convierten en factores que deterioran su estabilidad mental y la de todo su hogar.
La propuesta de Engel, retomada por Puentes, nos recuerda que la salud mental no puede fragmentarse: está determinada tanto por las emociones individuales como por los contextos sociales en los que se vive.
Salud comunitaria en acción
La pandemia por Covid-19 reveló de manera cruda las brechas en acceso a la salud. Sin embargo, también demostró la capacidad de resiliencia de las comunidades. Durante la emergencia se gestaron experiencias tan innovadoras como los círculos de palabra virtuales, las audiollamadas a líderes sociales y el rescate de saberes ancestrales, que, en combinación con las tecnologías, ayudaron a sostener redes de apoyo y a enfrentar la adversidad.
Estas experiencias nos enseñan que la salud mental comunitaria no depende únicamente de recursos médicos, sino de la capacidad de las comunidades para organizarse, reconocerse y cuidarse mutuamente. Como afirma De Souza (2020):
“La pandemia y la cuarentena revelan que hay alternativas posibles, que las sociedades se adaptan a nuevas formas de vida cuando es necesario y se trata del bien común.”
El modelo biopsicosocial: una nueva forma de ver la salud
El psicólogo George Engel (1977) propuso integrar tres dimensiones inseparables:
- Lo biológico: genética, desarrollo, cuerpo.
- Lo psicológico: emociones, pensamientos, conductas.
- Lo social: educación, empleo, pobreza, redes de apoyo.
Un padre desempleado con hijos que alimentar no solo vive una crisis económica: también enfrenta angustia, estrés y riesgo de deterioro emocional. Este ejemplo muestra cómo lo social impacta directamente la salud mental.
El papel del psicólogo comunitario
Lejos de limitarse al diagnóstico o la consulta clínica, el psicólogo comunitario tiene la misión de salir del consultorio y encontrarse con las realidades vivas de las comunidades. Según Puentes (2020), su rol es múltiple:
- Diseñar programas de promoción y prevención.
- Acompañar procesos de resiliencia comunitaria.
- Impulsar políticas públicas que garanticen atención primaria en salud mental.
- Tejer alianzas entre instituciones, líderes sociales y colectivos.
Este perfil se aleja del profesional aislado y se acerca al facilitador social que promueve la autogestión, la participación ciudadana y la construcción de proyectos de vida colectivos.
Conclusión
La salud mental comunitaria no es un concepto abstracto, es una apuesta política y social que transforma territorios. Significa reconocer que el bienestar no depende únicamente de medicamentos o terapias individuales, sino de las condiciones de vida compartidas, de la solidaridad y de la capacidad de organización de una comunidad.
El reto que nos plantea Diana Puentes es claro: pasar de una visión curativa a una preventiva, de lo individual a lo colectivo, y de la asistencia limitada a la verdadera garantía de un derecho.
La invitación es a actuar desde donde estés: en tu familia, tu barrio, tu universidad, tu trabajo. Porque la salud mental comunitaria no empieza en las instituciones, empieza en cada conversación, en cada acto de cuidado, en cada red de apoyo que decidimos construir.
Comparte este mensaje y pregúntate: ¿qué puedes hacer desde tu espacio para fortalecer la salud mental de tu comunidad?